En el marco de la Feria del Diseño realizada en Medellín entre el 14 y el 16 de Julio del presente año fui invitado a hablar de ciudades en compañía de José Fran García, del Distrito Creativo Carabanchel de Madrid y del arquitecto y diseñador Carlos Betancourt. Fui invitado en mi calidad de director del Proyecto “San Ignacio, Patrimonio, Cultura y Educación”, el que tiene el honor y la responsabilidad de liderar el Distrito Creativo y Cultural San Ignacio.
Permítanme, antes de hacer referencia a los distritos y su rol en la labor de rediseñar las ciudades, traer una mirada más amplia sobre la pregunta ¿las ciudades se diseñan? No hay respuesta rápida. El diseño tiene que ver con la planeación y con esa mirada de largo plazo que se da sobre un territorio a partir de sus características y potencialidades. No siempre las ciudades planeadas son mejores para las personas, pero lo que sí es cierto, es que las ciudades que crecen sin planeación son más propensas a ser menos armónicas.
El caso del norte de Barranquilla es digno de estudio. Contando con una enorme extensión de tierra que pudo ser loteada y vendida a diferentes constructores, la compañía propietaria de dichos terrenos, Grupo Argos, decidió, de la mano de experimentados urbanistas, planear el futuro desarrollo de dicha zona, para cambiar con hechos la forma como se construyen las ciudades en Colombia. La compañía era plenamente consciente de que ser propietario de tal dimensión de tierra, le imponía un deber superior: ¡Construir Ciudad!
Así fue como una compañía privada desarrolló cientos de hectáreas para los barranquilleros con unos estándares hasta ese momento no conocidos en Colombia. Grupo Argos se autoimpuso el compromiso de desarrollar esas tierras con alcantarillado pluvial – en ese momento no exigido por la municipalidad – se limitó en la altura de los edificios en aras de la armonía arquitectónica de la ciudad. Además, se autoimpuso el más alto estándar de sostenibilidad, otorgándole a la ciudad decenas de kilómetros de bulevares y parques lineales para conectar lo que hasta ese entonces estaba aislado de la ciudad: La Ciénaga de Mallorquín, el Río Magdalena y grandes cuerpos de agua escondidos en los matorrales. Sin obligación alguna, pero sí con imaginación y convencimiento, Grupo Argos diseñó un gran parque alrededor de una zona minera, para convertirla en un gran parque ambiental, símbolo de la ciudad.
Ese plan lleva 15 años desarrollándose, ha transformado la ciudad de Barranquilla y se ha vuelto referente internacional de desarrollo urbano sostenible. A la pregunta de si las ciudades se diseñan, le pueden sobrar respuestas. ¿Y qué pasa cuando la ciudad ya está construida? ¿Se puede volver a planear? Analicemos el caso del Distrito San Ignacio en el corazón de Medellín. Este recién reconocido Distrito Creativo Cultural, que nace de una propuesta que Grupo Argos le presenta a Proantioquia en 2018 y que toma el nombre “San Ignacio, Patrimonio, Cultura y Educación”, es un buen ejemplo de cómo repensar un área construida y consolidada de ciudad.
Esta propuesta, de la mano de otras instituciones comprometidas con el desarrollo de la ciudad, como Comfama, Proantioquia y la Universidad de Antioquia, presentada a la municipalidad, propone una intervención urbana integral para un área relevante del centro de la ciudad, con el fin de frenar su deterioro y potencializar todos sus atributos, el más importante sin duda, ser barrio cultural. El objetivo del Grupo Argos, y de quienes se sumaron a la idea, no es otro que el retribuir a la ciudad donde nacieron y tienen sus sedes de trabajo, con su conocimiento, su experiencia y capacidad de relacionamiento, para promover una ciudad más sostenible, más armónica, más vivible.
El centro de Medellín acumula más de 30 años de deterioro, el mismo período que lleva reconstruyendo los barrios en sus laderas: a medida que los barrios mejoraban, nuestro centro se deterioraba. La preocupación por el centro no sólo es de los empresarios, no, es compartida por estudiosos, líderes sociales y habitantes de la ciudad. Retomando una herencia centenaria que nace con la Sociedad de Mejoras Públicas en 1890, y que fue reforzada por la naciente Proantioquia en 1975, dichas instituciones pusieron su capacidad de gestión al servicio de la agenda pública para el desarrollo y bienestar de la ciudad y región.
A diferencia del caso de Barranquilla, el trabajo en San Ignacio parte de reconocer lo construido, valorarlo, entenderlo y, en conjunto con sus habitantes y actores, formular sueños que unan y desarrollen el territorio para el bien de todos. No obstante, tiene en común con Barranquilla la propuesta sobre el Hábitat: un territorio más caminable, más armónico, más iluminado, con más parques, con más bicicletas, con más sitios de encuentro, donde sus grandes activos – el patrimonio, la cultura y la educación – se fortalezcan y se visibilicen para bien del territorio y de la ciudad misma. Ser ya un Distrito Creativo Cultural es el primer gran paso en este empeño.
El crecimiento frenético de las ciudades va dejando en el olvido maravillosas áreas urbanizadas. Hoy, el mundo entero está volviendo a sus centros, por eso el caso del centro de Medellín y San Ignacio no son únicos, pero sí son una oportunidad maravillosa para visibilizar que sí hay espacio para repensar la ciudad y darle un nuevo aire que la lleve nuevamente a sus bases de convivencia y bienestar. Es más difícil repensar sobre lo construido, que diseñar lo no construido. Pero siempre habrá espacio, de la mano de la concertación, de crear sueños colectivos, que nos lleven a hábitats más humanos, más armónicos, más sanos, donde el ser humano se pueda desarrollar plenamente. Tenemos el compromiso de reflexionar todos los días sobre cómo se construyen nuestras ciudades y si su diseño urbano, construye las ciudades que queremos para todos.
¡Sí, las ciudades se pueden diseñar!